the latest

Miguel del Arco lleva a las tablas del Dramático el canto de cisne de un director de música que se enfrenta, con mucho humor, a la muerte




El dramaturgo y director de escena Miguel del Arco presenta su nuevo montaje teatral desde 2019, La Patética, en el que lleva a la escena el canto de cisne de un director de música que se enfrenta, con mucho humor, a la enfermedad y a la muerte. En un momento del montaje se afirma: «La muerte hay que frecuentarla, tenerla siempre presente». Miguel del Arco lanza dardos en esta producción del Centro Dramático Nacional con Teatro Kamikaze a la tendencia actual a invisibilizar la muerte en nuestra sociedad.    

 

En palabras del dramaturgo y director, «la muerte es el tema en el que todos sin excepción estamos vinculados. Quería darle una vuelta a mi relación con ella. Supongo que tiene que ver la pandemia, que estoy a punto de convertirme en un señor de sesenta años sin saber cómo he llegado hasta aquí, el cierre del Pavón dejando de tener una casa propia para hacer teatro y fundamentalmente la muerte de mi padre en el año 2021».

 

La Patética, que se inspira libre y remotamente en la novela Morir de Arthur Schnitzler, es una comedia con un protagonista trágico decidido a que el final de su vida tenga como banda sonora el sublime arrebato emocional de la famosa Sinfonía de Chaikovski. Nos presenta a Pedro Berriel, un director de orquesta inmerso en la grabación de la Sinfonía Nº 6 de Chaikovski, que asume con naturalidad que el compositor ruso siga con atención los ensayos a su lado. Pero tal vez, la verdadera razón de este delirio sea que el director se encuentra en la fase terminal de una terrible enfermedad. La angustia por culminar la obra artística que, de alguna manera, suponga una resistencia a su propia muerte se mezcla con la angustia real que esta le produce.

 

Miguel del Arco explica el diálogo entre el protagonista Pedro Berriel interpretado por Israel Elejalde y Chaikovski que encarna Jesús Noguero. «Es una forma íntima y cercana de sentir a los grandes genios de la historia, no como gigantes inalcanzables, sino como pistas de despegue en la búsqueda de un camino personal. Pedro encuentra en el personaje de Chaikovski una referencia magistral en lo artístico y una íntima identificación en lo personal. Los referentes que elegimos para construirnos en lo personal nos definen independientemente de cómo seamos capaces después de seguir su estela», asegura.

 

Alrededor de los dos personajes protagonistas, encontramos otros, de ficción e incluso históricos. Jon, al que da vida Jimmy Castro, la pareja sentimental de Pedro, que le ayudará a luchar contra la enfermedad. La madre y el padre de Pedro quien, en el final de sus días, se enfrentará a ellos para decirles lo que nunca antes se atrevió. Y junto a ellos desfila ante los ojos del público una amplia galería de personajes que configura las diferentes capas o niveles de ficción de este viaje existencial y onírico de Pedro Berriel que nos presenta el montaje. Los intérpretes Inma Cuevas, Juan Paños, Manuel Pico o Francisco Reyes cambiarán la piel en personajes tan variopintos como el presidente ruso Vladímir Putin, el filósofo francés Michel de Montaigne, la Gloria, un crítico musical o la misma Muerte.

 

Miguel del Arco destaca la presencia del humor en este montaje como la forma de expresión natural para presentar el tema universal de la muerte llevando la peripecia vital del protagonista a situaciones extremas llenas de comicidad como su diálogo con la Gloria o la misma Muerte.  Para el dramaturgo y director «el humor es la única posibilidad de relativizar seguramente mi propia intensidad. Creo que si no fuera capaz de reírme de mí mismo, ya habría reventado a estas alturas».

 

Sobre la puesta en escena del montaje, Miguel del Arco desvela que «el director y el resto del equipo creativo han tenido que bregar con la enajenación del autor que ha escrito lo que le ha dado la gana sin pensar en la dificultad de ponerlo en escena. Por otro lado, ha sido muy divertido, entretenido y seguramente muy desquiciante también buscar la fórmula para hacerlo. El tono de la función es complicado y eso evidentemente ha complicado todo lo demás. La sinfonía Patética está compuesta de cuatro movimientos que van desde la sublimación del impulso vital pasando por la alegría más mundana hasta terminar, y esto fue todo una revolución, en un cuarto movimiento que es prácticamente un réquiem. Y nosotros hemos intentado seguir esta estela multitonal».

 

El equipo artístico está formado por Paco Azorín (escenografía), David Picazo (iluminación), Ana Garay (vestuario), Sandra Vicente (sonido), Arnau Vilà (composición musical) y Asier Eguskitza (coach de dirección orquestal).

 

Ampliación del período de exhibición

El Centro Dramático Nacional comunica que se amplía una semana las funciones de La Patética que, finalmente, podrá verse en la Sala Grande del Teatro Valle-Inclán en Madrid, a partir del 8 de mayo y hasta el 22 de junio de 2025.

Entrevistas