Un año más, DocumentaMadrid y Casa de América han ideado un ciclo que tiende un puente entre España y América Latina a través del cine documental. “Espejos firmados” surge de una pregunta: ¿qué pasaría si escogemos un título incómodo de nuestro cine, como Lejos de los árboles de Jacinto Esteva (1972), y se propusiera como carta abierta a un grupo de cineastas, críticos y programadores de Latinoamérica?
La respuesta fue una correspondencia multilateral, en la que cada uno de ellos proponen películas de sus propios países, configurando así un mapa fílmico con el que crear un hilo de invisible de unión entre continentes. Los autores que firman esta correspondencia son Cecilia Barrionuevo y Marcelo Alderete (Argentina), Elena Fortes (México), Eduardo Escorel (Brasil), Diana Bustamante (Colombia), Fernando Vílchez (Perú) y Luciano Castillo (Cuba), en una curaduría que también contó con la colaboración del cineasta José Luis Torres Leiva (Chile).
DocumentaMadrid propone este ciclo como una manera de mirar en colectivo partiendo de la singularidad de cada una de las cinematografías invitadas, “generando así imágenes refractantes, sutiles y lúcidas, donde las películas propuestas amplifiquen y revisen significados a través del diálogo y la interacción”, afirma David Varela, codirector de DocumentaMadrid.
Un mapa fílmico para cruzar el Atlántico
La música, la mirada antropológica, los conflictos entre tradición y modernidad, la memoria o el surrealismo recorren la selección de títulos de la muestra. Del 9 al 19 de mayo DocumentaMadrid brinda la oportunidad de descubrir o revisitar obras en su mayoría inéditas en España que nos transporta a nuestras raíces a través de “un cine que se mira en el reflejo fascinado de una cultura que sobrevive (aunque no siempre), a pesar de sí misma”, en palabras de los directores del festival, Andrea Guzmán y David Varela.
La obra germinal del ciclo, Lejos de los árboles (1972), podría considerarse un viaje anti-turístico por una España de salvajes fiestas populares. Censurada en su día por el franquismo, Jacinto Esteva firmó una película nítidamente española, pero con una enorme posibilidad de generar un debate estético y creativo con las cinematografías del otro lado del atlántico.
La respuesta desde Cuba a la película de Esteva resulta ser un hito del cine musical cubano, de carácter voluptuoso y vibrante, como es Nosotros, la música (1964) de Rogelio París. “Por momentos, transmite la sensación de que nos arrastran a un baile e incluso de oler el sudor de quienes arrollan en una comparsa”, comenta el crítico Luciano Castillo, que sugirió este título para la muestra. Las imágenes son un fiel reflejo del panorama musical de los sesenta en el que van pasando conocidas figuras como Bola de Nieve o Celeste Mendoza.
Desde Colombia, a propuesta de Diana Bustamante (Colombia), llega Crónica de un baile de muñeco (2003) de Pablo Mora. Este film va más allá del registro etnográfico y “da cuenta de los diferentes niveles de lectura de la tradición y, en particular, de dos que se confrontan y encuentran puntos de diálogo: para el occidental, atesorar recuerdos, para el indígena el prescindir de ellos”. En ella se explora el ritual de la comunidad Yucuna, una representación de hombres y animales que sirve para el entendimiento sagrado de sus vidas.
También podrá verse en Casa de América Ciudad de María (2001) de Enrique Bellande, “uno de los títulos más citados y significativos del Nuevo Cine Argentino, aquel movimiento surgido a fines de los noventa que renovó el cine de ese país”, según Cecilia Barrionuevo y Marcelo Alderete, que seleccionaron esta película para “Espejos firmados”. La ciudad a la que se refiere el título se trata en realidad de San Nicolás, que se transforma en un centro de actividad religiosa tras el cierre de una empresa siderúrgica y varias supuestas apariciones de la Virgen María desde 1983. El resultado es un sutil y revelador retrato sociológico de una comunidad en busca de su milagro económico.
Una historia similar retrata A punto de despegar (2015) de Lorena Best y Robinson Diaz: un pueblo peruano llamado San Agustín se ve obligado a desalojar a sus habitantes por la ampliación del aeropuerto. Con esta novedad llega el fin de varias tradiciones y modos de vida de esta comunidad. “Una película construida tras una década de amistad con los vecinos. Una despedida que irradia afecto, intimidad y desasosiego por igual”, afirma Fernando Vílchez, quien ha elegido esta película para el ciclo.
Desde México llega La fórmula secreta (1965) de Rubén Gámez, una obra de metáforas surreales y clarividentes, apoyadas en un poema de Juan Rulfo, en un México que lucha por mantenerse en pie frente a los embates del neocapitalismo. Se trata de una pieza de cine-ensayo que reúne “imágenes que aluden a la construcción de una identidad mexicana a partir de sus contradicciones, sus símbolos, y su complicada relación con el país vecino”, según la productora y programadora Elena Fortes. “La obra de Gámez le aportó una nueva dirección al cine mexicano, cuyo legado sigue vigente”, añade.
En Aboio (2005), Marília Rocha rompe con la tradición estética de la antropología visual para constatar cómo otra tradición —en este caso la de un pastoreo antiguo y singular de la región del Sertón en Brasil—, desaparece frente a nuestra mirada. “Aboio sorprende sobre todo por su tono de lamento onírico”, comenta el cineasta brasileño Eduardo Escorel.
Cine, literatura y paisaje: una charla con Marília Rocha
La cineasta brasileña Marília Rocha, ofrecerá una charla en Casa de América el día 16 de mayo a las 18.00 h, antes de la proyección de su película Aboio (2005), sobre su visión acerca de la relación entre el cine, la literatura y el paisaje. La búsqueda por retratar el “espíritu del lugar”, formado por una topología vinculada a cosas y personas en un espacio y un tiempo; embates que se muestran y se esconden en el paisaje, y las ficciones que la habitan.