El largometraje, en palabras de la directora, es un llamamiento al “egoísmo femenino”, a aprender a priorizarse a “una” misma y también a darse permiso para poder fallar. La trama se centra en la vida de Laura, interpretada por Susana Abaitua, que a sus 35 años lleva una vida muy monótona: Ayuda a su padre enfermo, trabaja en una tienda, comparte piso y pasa tiempo con su medio novio. En el camino para recuperar su proyecto de vida y una parte de ella misma que creía perdida, toma una serie de decisiones que hacen tambalear su entorno, llena de personajes que no se atreven a decir las cosas y generando aún más conflictos.
De este modo, la directora plasma su concepto personal de “egoísmo femenino”, que para ella significa priorizarse, elegir por y para una misma, defendiendo el derecho a descubrirse.
Estas actitudes generan una “disonancia” no solo entre los personajes, sino con el espectador, ya que es una actitud y un comportamiento normalmente asociados a los hombres. “Es un personaje que cae mal porque vemos en ella comportamientos asociados a lo masculino, y ver esto en una mujer causa perturbación”, dice la directora. |