«La misma persona. No hay ninguna diferencia. Sólo un sexo diferente». Virginia Woolf retrataba así a su Orlando, protagonista de su novela homónima que el Centro Dramático Nacional lleva ahora sobre las tablas con dirección de Marta Pazos y dramaturgia conjunta de la creadora gallega y Gabriel Calderón . La dimensión plástica y filosófica de Marta Pazos arriesga de nuevo y se tiñe aquí de verde croma, el color que habla de la posibilidad de lo narrativo, premisa que la creadora explora con este nuevo montaje. Pazos investiga y explora los límites de la escena fusionando diferentes lenguajes artísticos y estéticos para ofrecer una experiencia que trasciende el tiempo y el espacio.
En palabras de la adaptadora y directora Marta Pazos, «Virginia Woolf, figura clave del feminismo internacional y una de las mentes más brillantes y revolucionarias del siglo XX, escribe esta refinada parodia del género biográfico y sátira brutal del sexismo en 1928 y su protagonista se convierte en uno de los personajes de ficción más icónicos y deslumbrantes de la literatura».
Estamos en el salón de baile de la mansión de Orlando. Un espacio diáfano presidido por una imponente escenografía barroca verde, con paredes ricamente decoradas y cinco puertas. Los personajes saldrán y entrarán en escena por las puertas de este lugar libre a la imaginación diseñada por Blanco Añón, que hará las veces del interior del palacio, de sus jardines, de la corte inglesa o de Turquía. Marta Pazos ha imaginado este espacio escénico como «una metáfora del cuerpo. El cuerpo como castillo, el cuerpo como jardín, el cuerpo como laberinto, el cuerpo como un roble, el cuerpo como teatro».
La directora ha destacado en su puesta en escena la conquista política del espacio propio. «Es un Orlando atravesado por la idea de habitar un espacio propio. Haciendo un paralelismo del cuerpo como arquitectura todo el montaje se desarrolla en el mismo espacio que se conecta estéticamente con las salas nobles de la mansión de Knole que pertenecía a la escritora Vita Sackville-West y que perdió por la ley de progenitura. Vita y Virginia eran amantes. Orlando es la carta de amor más extensa que Woolf ofrece a Sackville-West. He querido también trasladar esta idea: El amor por una misma, el espíritu de aventura y el cultivo de la presencia», asegura.
Gabriel Calderón, responsable conjunto de la adaptación y dramaturgia de la obra original de Virginia Woolf, afirma, que «la invitación de Marta Pazos para trabajar y proponer una posible versión del Orlando de Virginia Woolf supuso un salto acrobático con distintas dificultades. Por un lado, el desafío gigante de expresar en el Teatro lo que ha sido narrado con maestría en la literatura. Por otro lado, dar cuerpo y voz a las palabras destinadas a la lectura. Y finalmente sumergirnos en los campos espinados contemporáneos de las discusiones sobre la identidad. Difícil, imposible, peligroso. Todo lo que merece la pena ser intento».
Marta Pazos explica, por su parte, que «la dificultad ha sido la propia de adaptar una novela a otro lenguaje, que es elegir lo que se queda para la adaptación a teatro y transitar el desapego con todas las cosas que te gustaría conservar pero es inviable hacerlo. La obra de Woolf es tan poderosa, tan bella que ha costado dejar cosas atrás. Por otro lado también hemos estado muy atentas a estar parejas a la estética modernista de su escritura para trasladarla y que no perderá esta esencia».
El tiempo y el género de Orlando
La historia nos presenta a Orlando, un joven aristócrata inglés que, a pesar de vivir más de 300 años, sólo envejece aparentemente hasta los 36. Pero la idea de temporalidad no es la única transgresión en la historia. Orlando un día se acuesta y por la mañana se levanta transformado mágicamente en mujer.
Gabriel Calderón destaca que «la novela propone, entre millas de propuestas, la relatividad del tiempo y del género. Orlando vive 300 años, pero sus horas pueden parecer décadas y 50 años se le escapan en un renglón. De la misma manera se pasea femeninamente cuando es hombre y ataca con poses masculinas su condición de mujer. Transgredir el tiempo y el espacio, es una propuesta del Orlando , pero es una condición natural del Teatro. En nuestra escena los actores y actrices actúan reinas y sirvientes de otros géneros, y las horas, días, meses y años de la historia se acumulan en la hora teatral. Aceptar la transición como un estado efímero donde se puede vivir para siempre, es una magia que propone Virginia Woolf y que un siglo después, aún nos sigue inquietando».
Confiesa Marta Pazos que ha contado el cambio de género de Orlando en la puesta en escena con la misma naturalidad que lo relata Virginia Woolf en la novela. «Lo leo tal y como lo presenta Virginia. «La misma persona. No hay ninguna diferencia. Just a different sex» que coincide plenamente con cómo yo entiendo el tema de la identidad».
Once intérpretes dan vida sobre las tablas a la historia de Virginia Woolf y han colaborado en la creación del espectáculo. Laia Manzanares interpreta al personaje protagonista de esta historia. Para la actriz, «Orlando es una persona que experimenta la experiencia de vivir en diversas épocas y desde ambos géneros para confirmarnos que el género es un constructo que afecta a cómo nos relacionamos en y con el mundo pero no cómo nos sentimos. A pesar de los cambios, Orlando siempre es Orlando».
Nao Albet , que encarna al héroe masculino Shermeldine, considera que «no es relevante si los personajes son femeninos o masculinos. Virginia Woolf plantea unos personajes que trascienden su condición de género ante una sociedad que no lo permite. ¿Y la nuestra, ya lo permite? No lo creo».
Abril Zamora encarna la figura de biografía, y personifica en escena a la propia escritora británica Virginia Woolf. El resto del reparto en escena está formado por Anna Climent, Alessandra García, Jorge Kent, Paula Losada, Paco Ochoa, Mabel Olea, José Juan Rodríguez o Alberto Velasco .
La puesta en escena presenta la reconocida dimensión plástica y emancipación estética de las direcciones artísticas de la creadora gallega Marta Pazos. La iluminación de Nuno Meira potencia la experiencia sensorial de los colores del espacio escénico y del vestuario; este último está firmado por Agustín Petronio que ha diseñado modelos inspirados en épocas históricas pero llenos de modernidad, tanto en tonos blancos como en color; la composición musical y espacio sonoro los firma Hugo Torres con su sello inconfundible; Mientras que la coreografía, que está presente en todo el montaje, es de Mabel Olea y la caracterización es de Johny Dean .
El Centro Dramático Nacional presenta su nueva producción Orlando en el Teatro María Guerrero, entre el 25 de abril y el 8 de junio , una oportunidad única para descubrir un texto de repertorio, como es esta obra de Virginia Woolf, desde una puesta en escena contemporánea en la que la estética es una experiencia sensorial de obra total.