El lunes 16 de septiembre se cumplen 100 años del nacimiento de Lauren Bacall y TCM recordará a esta mítica actriz dedicando la programación del día a la emisión de algunas de sus películas más destacadas. Títulos como La senda tenebrosa y El sueño eterno, que interpretó junto al que fue su marido, Humphrey Bogart; Mi desconfiada esposa, que rodó junto a Gregory Peck; Escrito sobre el viento, en la que compartía cartel con Rock Hudson o El trompetista, al lado de Kirk Douglas. Han pasado diez años de su muerte, pero los buenos amantes del cine aún recuerdan su mirada felina y su inconfundible voz ronca y sensual. Lauren Bacall, como todos los grandes mitos cinematográficos, es eterna y su recuerdo ha vencido el paso del tiempo y el olvido. El lunes 16 de septiembre se cumplirá el centenario de su nacimiento. Su verdadero nombre era Betty Joan Weinstein Perske y vino al mundo en Nueva York. Era hija de unos emigrantes judíos de origen centroeuropeo. Su vocación inicial fue la de bailarina, pero poco a poco fue decantándose por el mundo de la actuación. A los quince años se matriculó en la Academia Americana de Arte Dramático. Para pagarse los estudios trabajó como modelo y fue precisamente una foto suya publicada en la revista Harper’s Bazaar la que le cambió radicalmente la vida. El director Howard Hawks vio la publicación y decidió hacer una prueba a esa desconocida joven. Se cuenta que cuando el director la conoció personalmente le decepcionó su tono de voz, bastante ronco y nasal, y le ordenó que todos los días, durante meses, leyera en voz alta a las afueras de la ciudad para pulir sus cuerdas vocales. Dos años después le ofreció el papel protagonista en Tener y no tener al lado del gran Humphrey Bogart. Lauren Bacall estaba tan nerviosa que, durante los primeros días, hundía la barbilla en su pecho mientras miraba de reojo a su compañero de reparto. La química entre los dos fue inmediata y Lauren Bacall se convirtió, a partir de ese momento, en una de las actrices más fascinantes del Hollywood clásico. Con Humphrey Bogart se casó en 1945 y, a pesar de la diferencia de edad, 24 años, formaron una de las parejas más famosas de la época. Juntos se enfrentaron al Comité de Actividades Antinorteamericanas que investigaba la infiltración comunista en Hollywood, tuvieron dos hijos y vivieron juntos hasta que Bogart murió de cáncer en 1957. El día del funeral Bacall puso en el ataúd un pequeño silbato que recordaba el famoso diálogo que mantenía con Bogart en la película Tener y no tener: “No tienes que decir nada y no tienes que hacer nada. Nada en absoluto o, tal vez, solo silbar. Sabes cómo hacerlo, ¿verdad? Tienes que juntar los labios y soplar”. Cuatro años después contrajo de nuevo matrimonio con el actor Jason Robards, con el que tuvo su tercer hijo. Si en los años cuarenta el rostro de Lauren Bacall se asoció al cine negro, en los cincuenta apareció en sofisticadas comedias, por ejemplo, en Cómo casarse con un millonario, junto a Marilyn Monroe y Betty Grable, o al lado de Gregory Peck en Mi desconfiada esposa. También filmó intensos melodramas, como Escrito sobre el viento con Rock Hudson o El trompetista, protagonizada por Kirk Douglas. “Mi ascenso fue tan rápido como mi caída. Me pasé el resto de mi carrera buscando un término medio”, explicaba la actriz en el documental Lauren Bacall, luces y sombras. Y es que, como reconocía en este filme, nunca se sintió del todo querida por el mundo de Hollywood. “Creo que en la industria muchos no me consideraban actriz, solo me veían como la esposa de Humphrey Bogart y punto. Seguían rodándose buenas películas, pero no me querían en ellos”, confesaba. En las últimas décadas de su vida su presencia en las pantallas fue haciéndose cada vez menos habitual. En los setenta la vimos con Paul Newman en Harper, investigador privado o cabalgando con el mismísimo John Wayne en El último pistolero. En los ochenta apareció en Misery y, ya comenzado el siglo XXI, el director danés Lars Von Trier la contrató para Dogville y Manderlay. A pesar de ser considerada un auténtico mito, Lauren Bacall no tuvo mucha suerte con los premios. A comienzos de los años setenta, triunfó en Broadway con Aplauso, una versión musical de la película Eva al desnudo. Ganó dos premios Tony del mundo teatral y se sintió, por fin, valorada. El reconocimiento de Hollywood tardó en llegar. Estuvo nominada a los Oscar como actriz secundaria en 1996 por su trabajo en El amor tiene dos caras, de Barbra Streisand, pero la Academia de Hollywood no le concedió el galardón y fue derrotada por la francesa Juliette Binoche por El paciente inglés. Pero estaba claro que Hollywood tenía una deuda pendiente con ella y en 2010 le concedió un Oscar honorífico por toda su carrera. “Un hombre, al fin”, bromeó cuando lo recogió de manos de Anjelica Huston. En Nueva York vivía en el famoso edificio Dakota, el mismo donde se rodaron los exteriores de La semilla del diablo de Roman Polanski y en el que fue asesinado John Lennon. El 12 de agosto de 2014 un derrame cerebral acabó con la vida de esta gran leyenda del cine. pero su recuerdo permanecerá imborrable para siempre. Lauren Bacall, un mito eterno.
Lunes 16 de septiembre |