De la dramaturgia Pharsalia se ha encargado la actriz, bailarina, coreógrafa escénica Rosabel Huguet, quien ha concebido la obra en tres momentos: antes de la guerra, durante la guerra y tras la guerra, en los que plasma los sentimientos que suscita la contienda: del miedo al caos, de la amenaza a la anarquía, el exilio y la esperanza.
A partir de esta dramaturgia, el trabajo coreográfico de Ruz, según explica, indaga en la idea de la guerra desde un enfoque alegórico, poniendo al cuerpo al servicio de conceptos cotidianos como el conflicto, la crisis, la resistencia, la tensión o la evasión.
“Pero el ser humano no se conforma con su estado de guerra, y es ahí, cuando aparecen en escena los vestigios de la belleza, de nuestra esperanza. La violencia del mundo, el desasosiego y la constante lucha por la supervivencia, por un refugio ante la adversidad, se vuelven aquí una experiencia estética elevada y sublime”.
El coreógrafo cordobés ha querido plantear, afirma, “una reflexión crítica y comprometida sobre la crueldad y la barbarie en la sociedad contemporánea. Un alegato a favor de la concordia, el respeto y la compasión”.
Con una propuesta escénica y de vestuario contundentes y una creación musical original que viaja entre lo épico y lo electrónico, once intérpretes transitarán coreografías cargadas de violencia, sutileza y teatralidad lanzándose, con toda su fisicidad, a una fiesta del combate.
Una música envolvente compuesta por Aire y marcada por elementos electrónicos y acústicos, rodeará al espectador despertándole, según explica su autor, “sensaciones más propias de una película que de una pieza de danza”, con sonidos que evocan “una batalla, la muerte, la reconciliación, el éxtasis y la conexión espiritual”.